El perezoso. Cazadores o cazados

El perezoso
El Perezoso, un marsupial lento de la selva americana

En las selvas húmedas de Sudamérica vive este extraño animal que ha hecho de la lentitud una forma de vida y de la inmovilidad la mejor de sus defensas. El perezoso pasa la mayor parte del día dormitando entre las ramas de los árboles, casi invisible para cualquier observador, aunque le tenga delante.

La verdad es que la diferencia entre cuando está durmiendo y cuando se mueve es prácticamente nula. Y siempre pone la misma cara, sonriente. Si el perezoso decide ponerse en marcha para alimentarse o cambiar de rama, lo hace con tal lentitud que para un observador sería como sentarse a ver crecer la hierba.

Al perezoso la gente le llama de las formas más diversas, algunas incluso tienen gracia: peresoso, perezozo, peresozo, oso lento, mono perezoso, pereso, perseso, perzoso, prezoso, persozo, pereseso, pereoso, perezodo, peresiso... ¿Puedes leer la lista sin que se te trabe la lengua?

Los perezosos son mamíferos placentarios del orden Pilosa, parientes lejanos de los osos hormigueros. Los adultos miden entre medio metro y 1,70 m. Los hay con tres dedos y con dos. A veces se les confunde con primates; sin embargo, la semejanza solo es aparente: son especies genéticamente muy alejadas a las que el medio en que viven (las selvas) y la evolución han dado formas parecidas.

Las patas anteriores del perezoso son más largas que las posteriores. Tiene grandes uñas afiladas en forma de gancho que le sirven para colgarse de las ramas. Si le atacan, las puede usar como armas defensivas muy peligrosas. Y, curiosamente, se vuelve por un instante más rápido que un felino.

Los perezosos se alimentan de vegetales, brotes y hojas tiernas que cogen directamente con la boca y mastican, también, con extraordinaria lentitud. Cada perezoso habita un árbol durante una semana. Entonces baja, cava un hoyo para hacer sus necesidades y busca otro árbol que esté libre y no haya sido usado recientemente. ¿Cómo lo sabe? Una pista: tiene buen olfato...

Todo parece indicar que se trata de un animal débil y desvalido, y nada más lejos de la realidad. El perezoso es muy resistente a las agresiones y las heridas, y soporta los rigores del hambre y la sed. Sus pautas de comportamiento, aunque extrañas, son muy eficaces, puesto que no están dirigidas a repeler o impedir con la huida una posible agresión, sino a evitar que ésta se produzca, sencillamente porque no le ven. El colmo de la pereza animal.

Perezoso joven

Los perezosos hembra (las perezosas) tienen una sola cría que, en sus primeros días, permanece pegada al cuerpo de la madre. A partir de las seis semanas de edad, la perezosa comienza a tratarlos con cierto desdén. Superados los nueve meses, los jóvenes perezosos inician una vida independiente alejados de su progenitora. Pero despacio, por supuesto.

Si todavía no están claros sus méritos para ganarse el nombre, aquí van dos más: el perezoso se deja parasitar los pelos por un liquen de color verdoso que le ayuda en su perfecto camuflaje. Por otra parte, puede girar su cabeza casi trescientos sesenta grados; así evita tener que girar el cuerpo, que eso cansa.

Sin embargo, lo suyo no es pereza, sino inteligencia y economía. El perezoso tiene poca masa corporal y su alimentación le aporta una energía mínima, que administra de forma muy eficaz. Con su lentitud lo que consigue es guardar energías para cuando las necesite. Lento, sí; listo, mucho; perezoso, lo justo.


Búsqueda personalizada

Inicio